Cuando hablamos de “la tercera en discordia” automáticamente pensamos en una mujer que pretende generar una ruptura entre dos enamorados, parece ser que en estos tiempos, “la otra”, se llama tecnología.
En la actualidad, es moneda corriente entender que las tecnologías de la comunicación de masas nacieron para producir o difundir mensajes orientados al consumo hogareño o privado. Un claro ejemplo del mismo son el gramófono (que fue el primer sistema de grabación y reproducción que utilizo un disco plano) la radio y el televisor. Este crecimiento se produjo en el marco del gran desarrollo que tuvieron las telecomunicaciones.
Pero el nacimiento del correo, el telégrafo y el teléfono ya comenzaron a convertirse incluso, antes de la era de la telemática, en instrumentos que ahorraban el desplazamiento de las personas para encontrarse y comunicarse cara a cara.
El desarrollo tecnológico de los medios de comunicación radicalizó la división entre el ámbito público y el privado creando una fuerte dialéctica entre ocio claustrofilico (del temor a los espacios limitados) y ocio agorafilico (del miedo a atravesar lugares abiertos), entre el trabajo domiciliario y el trabajo en comunidad.
De este modo, la masificacion en el ámbito público y la potenciación del ocio aparecen como los dos polos de la actual dialéctica de la socialización y de la cultura de masas marcando una oposición entre masificacion y atomización social.
En este nuevo modelo de hogar telematizado puede efectuarse desde el domicilio cualquier trabajo que implique transferencia de información con la única condición, que no implique además manipulación de materiales físicos o contacto táctil con otra persona.
Actualmente el teléfono celular y sus mensajes de texto o incluso el tan deseado Blackberry se han convertido en la gran vedette de la era. Es moneda corriente ver chicos que rondan los trece años usándolos como también abuelos de sesenta. Se han roto las barreras, no hay limite de edad, pero si, desencuentros y aislamiento.
Vale la pena realizar una salvedad en esto, se puede constatar que el repliegue sobre el hogar ha coincidido con la gran crisis de la familia, que conoce la tasa de divorcios más alta de la historia y que todavía sigue en ascenso.
Por eso las nuevas tecnologías tratan de cohesionar a la familia en el seno del hogar, precisamente en la época en que es más notoria su crisis.
En esta perspectiva hay que tener en cuenta que la sociedad de consumo ha fomentado la insolidaridad y el antagonismo, compartimentando los intereses individuales. Repito, individuales.
Hoy la utilización de modernos aparatos como teléfonos, computadoras, cámaras web, I phone, Tablet Pc (computadora sin teclado y sin pantalla recientemente lanzada al mercado Ruso), plasmas, microondas, maquinas expendedoras de gaseosas se han convertido en todo aquellos que parece necesitar una persona para estar comunicado y/o atendido pero solo.
Pero cuidado, también hay que reconocer las limitaciones que presenta este modelo.
Las telecomunicaciones permiten por ejemplo que un profesional de Argentina pueda dar una conferencia en Washington sin salir de Argentina, pero no le permite estrechar la mano de su colega.
Se trata de un modelo comunicativo que se define por la interacción a través de intermediarios tecnológicos por la comunicación sin contacto.
¿Tendrá que ver esto con la perdida de valores?
Que tan importantes siguen siendo la familia, los amigos, y el compartir en una sociedad donde el mecanicismo nos transformó en robots.
Parece ser que en estos tiempos da igual el abrazo dado, que la frase enviada a través de un mensaje de texto, de cada uno depende “sentir” la diferencia.
Analia Carnovale
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