La novia se encerró en vida a purgar su culpa. El novio plantado volvió a casarse. Tres tiros acabaron con la vida del amante, primo hno de la novia. La historia vive en los campos de Níjar (Almería). "Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes" novia, Bodas de Sangre).
Las Bodas de Sangre relatan la fuga de Paca Cañada con el hombre que amaba, en vísperas de su boda con otro. Corría el caluroso verano de 1928, Lorca descubrió en las pág. de “El Defensor de Granada” la crónica. El diario contaba que una joven de 20 años, Francisca Cañada Morales, horas antes de celebrar su boda, se fugó con su primo, Fco Montes Cañada, 10 años mayor que ella. En un cruce de caminos, la muerte se les abalanzó, él recibió tres tiros fatales, ella sobrevivió a las manos de mujer que intentaron estrangularla. "Las veleidades de una mujer, provocan el desarrollo de una sangrienta tragedia que cuesta la vida a un hombre", titulaba en portada el diario. En aquella época y según la costumbre, se celebró la boda de Francisca Cañada con Casimiro Pérez Pino, un joven sin más patrimonio que sus brazos para trabajar, la que se celebró las 3 de la mañana en la iglesia de Fernán Pérez, cerca de donde vivía la novia.
Lorca dibujó una novia hermosa y heredera de una fortuna, pero Paquita Cañada no era así, sino alta, huesuda, desgarbada y coja, no respondía a los cánones de belleza de la época. Una paliza de su propio padre la dejó inválida a los 3 años. "Tenía celos de su hermana menor y lloraba mucho. El padre se hartó, le pegó un crujío y la zancó. Guapa no era, tenía los dientes como salidos hacia fuera pero era una mujer muy primorosa para sus labores", dijo Ma Josefa Salinas, de 80 años, vecina de la familia. Fco Cañada, el padre de la novia, le dejó en herencia cuanto tenía: 3.500 pesetas, un cortijo y tierras de labor en El Hualix, a unos Las malas lenguas aseguran que el padre de la novia había acordado con su hermana (madre de Paco Montes) la huida de sus hijos. Casimiro, el novio, era honrado pero pobre; Paco Montes heredaría las tierras de su padre y además, haría cualquier cosa que le pidiera su madre. "Eso es mentira. Nadie sabía que se iban a escapar. Se han dicho muchas cosas, pero no son verdad", afirma la sobrina de los Montes y añade: "Antes de ir a la boda, Paco, que en paz descanse, estaba con mi padre, que era su hermano, trillando una palva y le preguntó ¿vienes al Fraile?, porque si tú no vas, yo tampoco voy. Mi padre se llevó a mi hermana, que tenía 15 o 16 años, la subió en la mula, y los tres se fueron a la boda". Cuando llegaron al cortijo, el novio descansó un rato en una habitación. Entre el bullicio de los invitados, Paca Cañada buscó el momento para hablar a solas con su primo. "Pues mi primo no quería, no sólo a mí, ni a mi nombre. Lo invitamos a la boda pudimos hablar. Le dije hazme feliz me dijo vente conmigo le dije llena de gozo en la calle espérame. Salí y me monté en su mulo empezamos a correr". No llegaron lejos, al notar la ausencia de la novia, los invitados sospecharon, ya que vieron cómo Paquita, mujer despierta e independiente para la época, se había ido marchitando a medida que se acercaba el casamiento. Cuando Carmen Cañada y José Pérez los fueron a esperar, agazapados tras unas palmas, en aquel cruce de caminos, ya los habían declarado culpables. Había que vengar el honor del novio y el ultraje de la familia. Y estos delitos se pagaban con la muerte. A unos 8 km del Cortijo del Fraile, hay un muro sin sentido, con una cruz de cal pintada sobre las piedras, ahí murió Paco Montes, por 3 disparos de su propia arma. En la pelea, Carmen estranguló a su hna, abandonándola por muerta. José Pérez, hno del novio, arrebató la escopeta a Paco Montes y le pegó tres tiros. Cuentan las crónicas que, cuando ella despertó, pedía a gritos que también le dieran un tiro de gracia. El muro se ha formado a golpe de plegarias. Los caminantes hacen un alto, rezan y arrojan una piedra al suelo.
Leonardo (abrazándola): “¡Como quieras si nos separan, será porque esté muerto!“. Novia: “Y yo muerta” (Bodas de Sangre. Acto III)
"Mi padre encontró a su propio hermano muerto en el suelo. Mi hermana, que iba con él, pilló un pasmo en la sangre que la dejó mala para siempre. Después, en mi casa nunca nadie se ha referido más a ese asunto", dijo Josefa Montes.
En silencio ha vivido Joaquín Pérez Cañada, hijo de los autores del crimen. "Yo tenía unos ocho años, y claro que estaba allí, en el cortijo, pero no sé nada. Mi padre era un hombre muy recto, de los de antes. Hizo lo que hizo y se lo llevaron a la cárcel de Cartagena. Después de unos años volvieron al Fraile y estuvieron viviendo y trabajando allí", y agrega: "La coja ha vivido en ese cortijo de enfrente hasta que se murió, pero yo no me he cruzado nunca con ella. Ni mi madre tampoco. Nunca volvieron a hablarse. Los que sabían se han muerto y se han llevado el secreto a la tumba. ¿Quién mató a Paco Montes?, cualquiera sabe, yo sé muchas cosas más, pero no las voy a contar".
Tras la muerte de Paco Montes detuvieron a Francisca Cañada y a su padre. Pero la novia no delató a su hna ni a su cuñado, declaró que habían sido asaltados por un enmascarado, después, los asesinos, fueron a entregarse. A José Pérez lo condenaron a 7 años de cárcel, pero cumplió 3. Carmen Cañada fue encarcelada pero salió pronto.
Casimiro Pérez, el novio, no volvió a ver a Paquita Cañada, se casó y se fue a San José, donde murió en 1990 a los 92 años. Su hija María, dijo: "Mi padre no volvió a mencionar ese asunto. Por eso yo tampoco quiero hablar. Si él no lo ha contado, cómo voy yo a faltarle ahora que está muerto. Sólo puedo decirles que hemos vivido una vida tranquila y que las relaciones con mis primos son buenas. Aquello pasó, para qué removerlo más". Fca Cañada Morales, Paca “la Coja”, se encerró en vida en el cortijo que su padre le dejó en herencia y se convirtió en leyenda. Los niños de Níjar se acercaban con miedo para verla. Probablemente murió sin saber que su vida había inspirado la obra de un gran poeta.
El 8 de marzo de 1933 se estrenó en Madrid Bodas de Sangre. Dos años antes, la periodista almeriense Carmen de Burgos, Colombine, había publicado Puñal de Claveles, inspirado en los mismos hechos. Colombine presenta un relato con una lectura casi feminista y un final feliz. Eso es la literatura.
La realidad ha sido mucho más feroz: aún hoy en los campos desolados de esa comarca almeriense, una mujer capaz de romper las normas y decidir sobre su propio destino está, por lo general, condenada al destierro, a la desesperación o a la locura. Y casos recientes en Níjar así lo atestiguan, pero esa, es otra historia.
Otoño, de 2011 - Nancy Castagnini
(Historiadora – Investigadora)
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